domingo, 17 de febrero de 2013

Capítulo 3: El comienzo

Narra Marta:
En primer lugar, me dirijo a la habitación más alejada a las escaleras, pues desde ellas se puede ver una enorme puerta de cristal con cortinillas a los lados que abren paso a un pequeño balcón. Las paredes, de color crema. Lámparas de todo tipo rodean la habitación. Una cama de matrimonio, un armario empotrado con puertas de espejo perfectamente limpias, un escritorio con portátil y una gran colorida alfombra de pelo. Era perfecta. Perfecta para mi, nada más entrar lo tuve claro (sin tan siquiera ver las demás) que era para mí. Todo en orden, limpio, con el espacio suficiente para montar mis coreografías frente al espejo, diversas estanterías donde colocar mis objetos personales, todo con colores cremosos mezclados con vivos, que dan luz a toda la estancia.  Creo que no existe nada que la pueda mejorar. Nada excepto la foto que tengo en el hospital con Kim por primera vez en mis brazos, la cual coloco en mi blanca mesilla de noche.
Por la mañana permanecemos en la casa, descansando, arreglando nuestras habitaciones, explorando la casa y hablando con los caseros: Anna y Paul.  A mi parecer, las tres nos alegramos de que nos hayan tocado unos caseros tan amables y educados.
Por la tarde iremos a visitar un poco los alrededores... igual hacemos algún amigo.


Al cabo de una semana...

Narra Laura:
“Necesito un trabajo” – Pensaba mientras le pedía a Dani, el camarero de Nando’s, otra Coca-Cola y unas tostadas con mantequilla para desayunar.
Ayer había ido con las chicas al centro comercial, y se habían comprado una ropa chulísima, todas excepto yo, que babeaba mirando los escaparates londinenses. Mi abuela solo me había dado el dinero justo y necesario para comer y pagar el piso compartido. Encendí mi móvil y me puse a buscar ofertas de trabajo.

Narra Niall:
Tenía mucha hambre, pero por suerte no había casi nadie cuando entré en Nando’s, normal, pensé, eran las seis de la mañana y local estaba vacío, excepto por una morenaza que estaba mirando la pantalla de su móvil. De pronto, levantó la vista y yo me quedé hipnotizado mirando esos grandes ojos verdes. Me ruboricé por el largo contacto visual y me fui corriendo a la zona VIP, por si acaso aquella chica me había reconocido.

Narra Laura:
Sentí que me observaban y levanté la vista, guau, que rubito más mono, pensé.

- Aquí tienes tesoro, disfruta del desayuno.
- Gracias Dani, eres un cielo. ¿No sabrás de algún sitio o local donde busquen una camarera o una ayudante?

Dani empezó a reír escandalosamente.

- Jajajaja, pequeña Laura, ¿no has leído el cartel de la entrada? Nuestro jefe quiere contratar un camarero más. ¿Por qué no te presentas? Trabajaríamos juntos.
- Vale, ¿Dónde está tu jefe? Me gustaría hablar con el.
- Allí, en esa puerta donde pone “Privado”. Buena suerte!!

Realmente me apetecía trabajar en Nando’s, hacía ya una semana que llegamos a Londres, pero yo ya era una clienta habitual, porque era un sitio que me encantaba, y hacían unos nachos... para chuparte los dedos. Por no hablar de lo majos que eran los camareros, pensé.
Aquí conocí a Dani, mi mejor amigo (y bueno el único que tengo en Londres) es gay, y le van los tíos, así que siempre que aparece un chico guapo, hacemos apuestas para ver quién le pide antes su número de teléfono, me lo paso genial con él.

Llamé a la puerta.

- Adelante.
Respiré hondo y entré.

Narra Marta:
Eran las seis y media de la mañana, como no podía pegar ojo, me dirigí a las habitaciones de las chicas. Silvia dormía como un tronco y Laura... estaría en Nando’s, como siempre. Lo de esa chica es “caso aparte”. No comprendo como se levanta tan temprano. Me visto y me peino.

- Hol...- Nada más abrir la puerta aparece una Laura gritona y escandalosa que se abalanza sobre mí.
- Me han cogido!! Me han cogido!! Yupiiiii!! Voy a trabajar en el Nando’s!!
- Enhorabuena chica! Y eso? No lo habías comentado.
- Ya bueno, estaba hablando con Dani de que necesitaba un empleo y me dijo que aquí buscaban a alguien.
- Bien, porque así podrás devolverme el dinero de esta preciosa camisa que te he comprado!
- Marta! Os dije que no la cogierais... Gracias es perfecta.
- Jajaja, de nada.

Narra Laura:  
Amo a Marta, ¡¡me ha comprado la camisa que quería!! En serio la voy a matar. Le di dos besos en la mejilla y subí corriendo a probármela.

 

Narra Marta:
Iba a trabajar a una famosa academia de baile como limpiadora unas horitas por primera vez. Solo con pensar en lo que me mandarían hacer se me subía la comida.
Al menos, de momento, solo iría dos días a la semana. Aunque el horario no está fijado.
La profesora debía de tener unos treinta años, era agradable. Los miércoles y los viernes iba un chico, más o menos de mi edad; puesto que ella no daba abasto. Se fueron y me dieron unas llaves para que cerrara cuando acabase. Me puse mis cascos de música, busqué “good life” de OneRepublic, subí el volumen al máximo y comencé a fregar el suelo.

Cuándo me di la vuelta la chica me estaba observando. No estaba enfadada. No tenía mala cara. Simplemente sonreía. Apagué rápidamente la música, me levanté del suelo y cogí la fregona. Me disculpé. Me preguntó dónde había aprendido aquellos pasos y por el nombre de la canción; la cuál podía escuchar sin necesidad de tener los cascos puestos, debido al elevado volumen. Se había dejado sus llaves.

Narra Silvia:
Esta semana y media en Londres había sido la mejor de mi vida, pero ahora tenía que buscarme la vida y encontrar un trabajo lo antes posible para poder concederme algunos caprichos por aquí. El lunes por la mañana había ido a la Facultad de Química para conocerla y arreglar unos asuntillos que me quedaban pendientes. Al salir, me recorrí la ciudad entera buscando un empleo que pudiese compenetrar con los estudios y que no fuese muy lejos de casa y de la Universidad. Entré en muchísimos locales, desde cafeterías en las que buscaban camareros hasta en una farmacia, pero en ningún sitio me daban una respuesta exacta, siempre lo mismo “Deja tu currículum ahí, ya te llamaremos...” Lo que me daba a entender, que no me iban a llamar. La verdad es que ninguno de los trabajos que pedí, eran realmente mi pasión, pero necesitaba dinero cuanto antes, así que, me conformaba con cualquier cosa.

Cuando salía de uno de los establecimientos, una tienda de fotografía, yo, como buena patosa que soy, me choque con una persona y me caí al suelo. Iba atenta al móvil y no miraba por donde iba.

- Uy, perdón, digo... Sorry, sorry.

Me puse colorada y agaché la cabeza vergonzosa, el chico, muy amable por cierto, me ayudó a levantarme y me dio a entender que no pasaba nada. Me levanté y me quedé alucinada mirando sus preciosos ojos azules y su perfecta sonrisa, sacudí la cabeza e intenté volver a esconderme en la pantalla de mi teléfono, el chico se rió y entró en la tienda. Cuando me pasó, no pude evitar girarme y fijarme en su trasero. Es una obsesión mía creo, cada vez que conozco a un chico, me fijo en su culo tan pronto tengo oportunidad, y la verdad, es que es culo de este chico moreno, era el mejor culo que había visto en mi vida entera.

Cogí mi MP4, me puse los cascos y me puse camino a casa intentando no pensar en nada más que en la música, y como siempre, lo conseguí. Llegué a casa y lo primero que oí y vi, fue a Laura abalanzándose sobre mí y diciéndome que iba a trabajar en Nando’s. Le di mi enhorabuena, saludé a Marta y me dirigí a mi cuarto para darme una ducha, odiaba cocinar y la hora de la cena estaba cerca así que decidí escaquearme, como siempre. Agarré los altavoces, el MP4, el pijama y mis toallas y me fui directa al baño de mi cuarto a pegarme una buena ducha relajada, pero no sin antes avisar a las chicas de que tenían que cocinar sin mi, y después de quejarse un poco, me dejaron tranquila.

sábado, 2 de febrero de 2013

Capítulo 2: Llegamos!


Narra Laura:
Ya en el avión empecé a marearme, tenía una claustrofobia horrible y estaba deseando llegar a Londres. Para distraerme un poco recordé las extrañas palabras que me dijo mi abuela al despedirse.
>flashback<
- Ayy hija, pórtate bien, vale? Y estudia mucho, mucho, mucho.
- Que siiii….
-Y sobre todo,  nunca, nunca, nunca te enamores de un famoso americano.
- Abuela, Londres no está en América, está en Inglaterra.
- Da igual, los famosos son todos iguales; unos egoístas, egocéntricos…como tu abuelo, sean de donde sean.  – Eso lo decía porque mi abuelo fue cantante famoso y bueno, digamos que le puso los cuernos a mi abuela. Tengo montado en mi familia un culebrón de narices. Pasé de escucharla, siempre me contaba la misma historia miles de veces.
- Chao abuela, que voy a perder el vuelo. – Le di dos besos y corrí detrás de Silvia y Marta a coger el avión.
>fin del flashback<

Narra Marta:
La ida no ha sido un buen trayecto, que se diga. Entre el dolor de cabeza de Silvia, la claustrofobia de Laura  y mis vómitos montamos todo un espectáculo. El enano habitáculo al que se atrevieron a llamar “aseo” olía a mierda y estaban meadas hasta las ventanas, sin embargo, la gente no paraba de entrar y salir. Espero que la vuelta sea mejor.
Al menos teníamos algo bueno, algo que nos hacía sentir bien: la música. Ese extraño elemento de la naturaleza que agrada a nuestros oídos. Escuchar una canción que te hace ser única durante un instante, un instante que te gustaría que no terminase nunca… mientras piensas en el chico de al lado.
Una vez  fuera del avión nada me quita la sonrisa de la cara: ni mis oídos taponados, ni el frío que hace, ni la novia del chico de al lado…
Las tres nos fundimos en un abrazo eufórico que parece eterno.

Narra Silvia:
Por fin, nos ha costado lo nuestro estar donde estamos, pero tras todos nuestros años de estudio para conocer Londres, lo hemos logrado. El vuelo... digamos que no va a ser uno de los 10 momentos más felices de mi vida, pero ya hemos bajado.
No puedo ignorar el hecho de que Marta estuvo todo el viaje observando al chico que iba a nuestro lado, y ahora está haciendo lo mismo, pero creo que va a ser mejor hablar de eso más tarde con ella.
Lo primero que hacemos al desembarcar es recoger nuestros equipajes  y coger un taxi hasta nuestro apartamento, que por las fotos que hemos visto y los comentarios de Internet de inquilinos anteriores, la casa es increíble y sus dueños muy amables. El taxi nos cuesta un ojo de la cara a mi parecer, pero también tengo que reconocer que yo no estoy muy centrada en el tema de la economía, eso es más cosa de Laura...
Durante el trayecto en taxi, miramos alucinadas por las ventanillas contemplando cada uno de los grandes edificios, las anchas carreteras y la cantidad de gente, en definitiva, la ciudad, un término al que no estábamos muy acostumbradas, ya que Vigo, a lo que llamaríamos ciudad nosotras, no es ni la cuarta parte que este maravilloso lugar. Nos paramos en un semáforo y vemos pasar el típico autobús rojo de dos plantas, sinceramente, me parece muchísimo mas bonito en la realidad que en las miles de fotos que he visto en mi vida, y que en el cuadro que tengo colgado en el cabecero de mi cama española.
Tras un recorrido en taxi, que, personalmente, me había parecido muy corto, nos bajamos, pagamos al taxista las libras que nos pedía, recogemos nuestras maletas del maletero del vehículo y nos dirigimos a la entrada de la casa, donde ya nos esperan un matrimonio mayor, con una gran sonrisa en la cara y una tarta en sus manos. A partir de este momento, Laura, Marta y yo, ya vivíamos en Londres, y esos dos señores que parecían tan agradables iban a ser nuestros caseros durante, espero, el mejor año de nuestras vidas.

Narra Laura:
Nada más salir del taxi nos esperaba el matrimonio con una tarta  en las manos, no  le quité el ojo a la tarta.
- Estamos contentos de dejaros nuestro piso, espero que os guste  y blablablablablablablablabla....

Al fin, se fueron, dejando la tarta en la mesa de la cocina. Marta y Silvia  corrieron a elegir sus respectivas habitaciones,  y yo corrí a por la tarta.